No es más que un recuerdo.

Amor:

         Hiere la mañana con este brote de ausencia que florece en el espacio donde coloco mis manos para realmente convencerme de que no estás. 

         Palabras, no las encuentro, ha de ser que las he dejado en algún sitio donde en este momento no las puedo hallar. Este alboroto de sábanas y saciedad me han alejado de ellas. 

         Te narraré torpemente los sucesos, evitaré mencionar los detalles menos atractivos, obviaré esto que ambos sabemos para asaltar la memoria en el orden en que ella esté dispuesta. Ambos hemos vivido lo mismo, pero el orden de los recuerdos no siempre coinciden.

         Hubo un comienzo ; el abrazo, girón, respirarse, el sentirte en el aroma, en el tacto, un gemido, una simple mirada y todo colapsó, sucesión de situaciones que deleitaron, mente, cuerpo, alma, bajo la percusión constante del corazón que se expresó en golpes más constantes.

        Si me vas a besar, que sea taquicardicamente, te dije y te sentí explotar. Mi piel suspiró la necesidad de tu piel;  -si me vas a mirar, que sea fijo, penetrante, (Susurré) y  sucumbí a todo pensamiento oscuro, bajo, húmedo. Entre lo profundo, profano, advertiste nuevamente mi total complicidad.

        Luego, más luego, ambos lo sabemos, fuimos la restauración de Andrógino, dulce temple en besos que se forja esta soledad de saberse solo cuando no estás, que se enciende en la cercanía y se amalga en el contacto.

       Me rebelé, un abrigo de lunares me han envuelto y se han mecido al ritmo de tus senos que han palpitado entre mis manos, delirio carnal revestido de alma.

       No es más que recuerdo, de un sueño que te llama.

                                         Ven esta noche, ya lo dije, tenés mi complicidad.

                                                                                            Gorrión de papel.