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Luna tucama por Billy Quinteros y mi hermosa madre.

Demasiado corazón - Tomás Lipán.

martes, 20 de diciembre de 2011

Sentir.


     ¿Preguntas si te amo?... Te ame ayer sobre el colchón desnudo, sin sábanas que hoy pudieran salirme de testigo. ¿No te acordás? Fui verbo infinitivo varias veces dentro tuyo. Amar...Pero hoy, hoy no se... Nada ha cambiado, es cierto. Seguis siendo vos, con tu pelo exclamando revolución, luchando incansablemente por escapar de esos dientes asesinos de rulos, de bucles. Con tus ojos abismales, que una vez, aquella única vez, se mimetizaron con el abismo que contemplaban y asi quedaron para siempre. Con esa expresión de misterios y horrores, de secretos y nostalgias.

     Un recuerdo viene a mi esta mañana en forma de reproche. Te dije que no miraras fijamente el vacío, que los ojos se te iban a perder como se pierden los ojos que miran un cielo estrellado, pero diferente sería la consecuencia de esa perdida.  El que mira un cielo estrellado, mira la inmensidad y la inmensidad le entra entera por las pupilas. El cielo infinito puede caber en un par de ojos.Dicen por ahí que los ojos son las ventanas del alma, entonces el alma flota en la inmensidad, la disfruta y besa una por una las estrellas que entraron por la ventana abierta. Asi gozan dichosas la inmensidad y la eternidad, mientras uno se pierde a gusto en la Creación.

     Si se mira brevemente , no pasa a mayores. Se puede ver la obscuridad absoluta y entender al instante que es mejor no intensificar la acción.  Se entiende a simple vista que ahí uno no va a encontrar estrellas titilantes, ni belleza universal. Ahí hay algo, cosas que no deben ser vistas, por eso justamente estan sumergidas en tinieblas, rodeadas de noche. De noche sin cielo y sin luna. De otro tipo de noche. De esa noche que te crespa los pelos de los brazos, te llega hasta los huesos, te asusta los ojos, te hiela el alma. Te dije que no me mires amor de esa manera tan profunda, implacable. Te dije que no podia mentirte, no se esconderme de vos...


     Un recuerdo queda en silencio, no quiere decir más y yo no quiero que llores. Por egoísmo, no lo voy a negar. Porque cuando lloras me siento miserable, un inútil y se me viene un miedo atroz de que te des cuenta de lo innecesario que soy. Qué me juzgues con la verdad y la verdad me diga cruelmente que si un hombre no puede evitar que una mujer sufra, que una mujer llore, que una mujer saboree tristezas frente a uno y uno no pueda detener ese llanto que se viene y nos ahoga, a vos, a mi. ¿De qué sirve?, ¿De qué sirvo?. Un miedo atroz se vino hasta mi como escalofrío, se me metió dentro. Tengo miedo que me arrojes al abismo de tu olvido.


     ¿Preguntas si te amo?...No soy yo, soy otro. Y este otro te ama, pero miente. Por que no quiere mostrarse vulnerable. Por que quiere ser fuerte. Y miente como un niño asustado, miente y miente y no sabe donde parar, como acabar la mentira. Tiene terror a tu boca, esa boca de labios palpitantes que no conoce la piedad. Esa boca que pronuncia sentencias sin balbucear, con tono indiferente. Me preguntas si te amo, sabiendo la respuesta, Solo por jugar, jugar conmigo, divertirte a mis expensas. Mi torpeza me delata. Te reis, te reis de mi y de mi amor. Por que sabes que es tuyo, que siempre va a ser tuyo y eso te aburre. Es por eso que cada tanto jugas a ser cruel y a ponerme en aprietos. Tengo miedo de un dia quedarme sin tu crueldad. Estoy perdido, ya se. Me perdi en el abismo de tus ojos la misma tarde que te perdiste en los mios. Pero yo soy debil... y estoy dentro del mismisimo vacio con los ojos cerrados. Aterrado. Esperando que me salves, cuando tengas ganas...






                                                                                            Gorrión de papel.




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