Buscar este blog

Luna tucama por Billy Quinteros y mi hermosa madre.

Demasiado corazón - Tomás Lipán.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Me he visto ciego.

Mi deliciosa dama.

  Tres y cuarto de la mañana, dentro de mí una especie de ruido, de murmullos prolongados , los momentos donde tiendo a construir fracasos.



  Sé que está mal, que doy para más, pero tengo miedo y me siento desamparado, es una sensación villana, de esas que te clavan el puñal y te dejan desangrando. Parece que fue hace mucho cuando cerré los ojos y ahora, la verdad, me cuesta abrirlos, porque yo sé que estoy viviendo sin ver, que sigo rutinas y tolero situaciones por el simple hecho de no ver, me quedo en alguna esquina esperando el semáforo se ponga en rojo con la intención de que alguien me brinde ayuda para cruzar, es estúpido describirme como un ciego porque vos sabés que no soy ciego, y que miro y es vergonzoso tener los ojos así y sin saber donde pisar.
   Al año de vida aprendí a caminar como la mayoría y unos 30 años después cuesta reconocer que estoy torpe con mis piés, que busco el andador, que balbuceo, que necesito caricias y por momentos también sentirme el centro de alguien, a veces veo todo tan simple y nítido que creo el Mundo cambió, luego me doy cuenta que el Mundo no cambia, más tarde me doy cuenta que ni siquiera yo cambié, y nuevamente me doy cuenta que es estúpido sentirme como un niño, y pasa el tiempo, y vuelco la tercer taza de té sobre mi boca y comienzo a serenarme, comienzo a sentir una especie de tranquilidad y discurren mis miradas entre diversas nadas, las nadas mismas de un ciego y la cama se acerca a mis pensamientos y mi cuerpo a la cama. 
   Dormir, que placer tan pequeño, dormir y que se haga eterno, que placer tan patético, a la medida de mi necesidad de construir fracasos, a la impotencia de abrir los ojos, a la dificultad de reconocer que no puedo. Mírame, mírame bien, sé que me vas a ver y me vas a decir que estoy mal, que no sea negativo, que en la vida todos aprendemos. ¿Cómo hago?, de nuevo estos pensamientos, de nuevo ésta lucha y el ruido, y los murmullos y dormir. 
   Los cobardes y los valientes duermen igual. ¿O no? tal vez los cobardes son proclives a las pesadillas, lo mío es un vacío, como lo que siento cuando quiero mirar y no veo, pero no soy valiente. Ojalá pudiera crecer, no necesitaría tanto que estés conmigo, ni tu mano, ni tus abrazos ni un simple te quiero.


  Cuando cepillaba mi pelo sentía que este me reclamaba su libertad y que no lo ate nuevamente, al tiempo lo corté, no necesité más atarlo pero dejé de tener el placer de que tras paso y paso del cepillo mi pelo se reconfortara de su libertad.

                                                           Gorrión de papel.


1 comentario:

  1. Los cobardes y los valientes sueñan mientras duermen con los mismos temores
    ... todos sentimos miedo, hasta el más valiente es un puñado de miedos no dichos, todos necesitamos dormir y no ver... ¿por cuánto tiempo?
    ... el que sea necesario para que el ruido se transforme en música.
    Abrazos Gorrión!

    ResponderEliminar

Milonga de mis amores.